5. Transextremismo misógino y homófobo

Una de las cuestiones más problemáticas del transactivismo extremo es la exigencia de acceso a los espacios e, incluso, a los cuerpos de las mujeres por parte de los varones que se identifican como trans (a los que me referiré como TIM, por sus siglas en inglés).

Existe una queja generalizada entre los TIM que sienten atracción por mujeres (los cuales son considerados como “lesbianas” por el transactivismo y no hombres heterosexuales), por no tener éxito entre las mujeres lesbianas (sin comillas).

El transextremismo (a pesar de formar parte oficialmente del movimiento LGBT, en el que la L hace referencia a las lesbianas), considera que este desinterés de las mujeres homosexuales por los cuerpos masculinos es pura transfobia y se refiere a este hecho como el “techo de algodón” (“cotton ceiling“, en inglés), aludiendo a la expresión feminista “techo de cristal”, pero cambiando el cristal por el algodón que compone los tampones y compresas de higiene femenina. Así que los TIM se quejan de que las lesbianas sólo sienten atracción por los seres humanos nacidos mujer, como si ésa no fuese, en realidad, la propia definición de lesbiana.

Este ataque a la libertad sexual de las mujeres lleva años produciéndose. La referencia más antigua que he encontrado es de 2012 y es ejemplar en cuanto a las actitudes de ambos colectivos.

Este rechazo del transextremismo a aceptar las preferencias sexuales de las lesbianas provocó que en agosto de 2018 las lesbianas fuesen excluidas de la “Marcha de las Bolleras de Vancouver, por ser consideradas transfóbicas y excluyentes.

Esta actitud del colectivo transextremista se parece demasiado a la homofobia, por lo que resulta muy preocupante para las otras siglas del colectivo LGBT. Por ello, a finales del 2018, en el Reino Unido, destacados activistas homosexuales, junto con personas transexuales disidentes del transactivismo, lanzaron una petición online en defensa de los derechos de las personas homosexuales, dirigida al lobby trans británido:

“Stonewall’s promotion of the concept of ‘gender identity’, which has it that a man or woman is anyone (of either sex) who identifies as such, is also undermining the basis of lesbian, gay and bisexual identities as orientated around same-sex attraction. Lesbians in particular are coming under pressure to accept male-bodied trans women into their spaces and as sexual partners.”

“La promoción que hace Stonewall del concepto de ‘identidad de género’, en el sentido de que un hombre o una mujer es cualquier persona (de cualquiera de los dos sexos) que se identifique como tal, socava las bases de las identidades de lesbianas, gay y bisexuales, orientadas sobre la atracción entre personas del mismo sexo. Las lesbianas en particular están siendo presionadas para aceptar transmujeres -cuerpos masculinos- en sus espacios y como parejas sexuales”.

Por otra parte y con carácter general, se encuentra una misoginia latente en el lenguaje transextremista. Al parecer, la biología femenina resulta ofensiva para los transextremistas, por lo que su simple mención es considerada literalmente como violencia hacia el colectivo trans. 

Sin embargo, en un ejemplo de la doble moral a la que las mujeres estamos acostumbradas desde la infancia, amenazas de determinados colectivos trans hacia las mujeres no son consideradas como violencia sino como “libertad de expresión” o “expresión artística”.

Post en Instagram con imágenes de la exposición “artística” del colectivo The Degenderettes en la Biblioteca Pública de San Francisco, marzo 2018.
Los comentarios recibidos en esta entrada por parte de mujeres son muy críticos con la apología de violencia contra mujeres realizada por este colectivo trans.

Las imágenes anteriores corresponden a una exposición del colectivo trans “The Degenderettes”, realizada en la Biblioteca Pública de San Francisco en marzo de 2018. En dicha muestra, se presentaban motivos violentos contra las mujeres con la excusa de “defenderse de las TERF” (acrónimo de Trans Exclusionary Radical Feminist, el cual se utiliza como un insulto).

La camiseta que aparece a la derecha de la imagen pertenece al líder del grupo, como muestra orgulloso en la siguiente fotografía:

Este grupo parece aprovechar cualquier excusa para atacar a las mujeres. De hecho, su logo es supuestamente “una peineta”, aunque se parece demasiado a una mujer cabeza abajo, a la que le falta una pierna y un brazo.

En el twit anterior se mencionan los bates de beisbol con alambre de espino que se han hecho famosos como “marca personal” de este grupo trans.

Alguien se ha molestado en recopilar una enorme colección de amenazas físicas a las TERF, disponible en un enlace de Google Fotos en abierto. Resulta realmente descorazonador cuando se ven todas juntas. No se trata de una conducta aislada, sino que demuestra que el colectivo se siente moralmente respaldado y justificado para expresar tanto odio. Como alguna feminista ha destacado ya, se trata de misoginia en su versión drag.

Aparte de estas expresiones realmente agresivas, hay otros ejemplos de desprecio hacia las mujeres y su biología que pasan más desapercibidos, como el hecho de hacer referencia a las mujeres en muchas ocasiones simplemente como “menstruantes” (“menstruators“, en inglés), despojándonos de nuestra humanidad para reducirnos a un proceso fisiológico.

La excusa alegada para utilizar este lenguaje deshumanizador es el lenguaje “inclusivo”: su tesis es que no sólo las mujeres tienen la capacidad de menstruar, sino que los “transhombres” (“trans identified females“, en inglés; siglas: TIF) y algunas “personas no binarias” también pueden tener la menstrución, obviando la realidad de la biología femenina de todas las TIF y de las “personas no binarias” con ovarios. Sorprendentemente, no se ha visto ninguna ocasión en que el transactivismo utilice el término “eyaculante” para los hombres, los TIM no operados y las “personas no binarias” con pene y testículos.

Esta visión “inclusiva” del género es el razonamiento que se encuentra tras la cancelación en algunas universidades estadounidenses de la obra teatral “Los monólogos de la vagina”, ya que se considera que el texto “excluye a algunas mujeres”, en clara referencia a los TIM. 

En realidad, con este lenguaje “inclusivo” se borra a las mujeres de la narrativa y todo el discurso se moldea tomando en consideración los sentimientos y deseos de las personas que tienen o han tenido pene, lo cual, francamente, no es ninguna novedad.


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