La organización feminista Mujeres y Niñas en Escocia (Women and Girls in Scotland en inglés) llevó hace poco una consulta a varias organizaciones LGBT escocesas basada en comentarios por varias mujeres lesbianas que ya no era posible organizarse juntas, tener sus propios espacios y definir su sexualidad como mujeres homosexuales gracias a la presión de definir la sexualidad a base de la “identidad de género” y no del sexo. Ellas también indicaron que era imposible hablar con organizaciones LGBT sobre el asunto.
Mujeres y Niñas en Escocia preguntó a estas organizaciones (LGBT Health, LGBT Youth Scotland, Stonewall y Equality Network, todas financiadas públicamente) si estaban de acuerdo con el siguiente argumento:
“La atracción exclusiva al mismo sexo es una sexualidad válida y real, no hay nada absolutamente objetable de tener una atracción exclusiva al mismo sexo y aquellos que la tienen deben vivir su sexualidad libre de odio, discriminación, coerción u hostigamiento, y nuestra organización los apoya completamente como parte de la comunidad LGBT.”
Ninguna de las organizaciones les contestaron en afirmativo. Sólo una, Equality Network o Red de Igualdad, les contestó indicando que no consideran que las mujeres son lesbianas a base de ser mujeres homosexuales y que la única forma de definir la palabra “lesbiana” es a base de la “identidad de género”. El resumen de estos acontecimientos se encuentra en la página 24 del reportaje de su última encuesta a mujeres británicas sobre la auto-declaración de género.
Esto no es sorprendente porque la presión de incluir el movimiento transgénero a lo que antiguamente se conocía como el movimiento gay y lésbico y ahora se conoce como el movimiento LGBT ha forzado a estas organizaciones adoptar la doctrina de identidad de género. Esta doctrina establece que la identidad de uno como “hombre” o “mujer” se basa en la percepción psicológica de uno mismo, no en los dos sexos biológicos: macho y hembra.
Tanto es la influencia de esta doctrina que ahora la orientación sexual se define de otras formas en la anglo-esfera. Por ejemplo la organización estadounidense GLAAD, originalmente la Alianza Gay y Lésbica Contra la Difamación por sus siglas en inglés, define la orientación sexual como “la atracción física, romántica o emocional prolongada de una persona a otra”. Otra organización estadounidense HRC, la Campaña de Derechos Humanos por sus siglas en inglés, la define como “una atracción emocional, romántica o sexual, inherente o inmutable, prolongada hacia otras personas”. Ambas definiciones son difusas y en ningún momento mencionan el sexo.
Ambas organizaciones también indican que, aunque la orientación sexual y la identidad de género son dos cosas diferentes, una persona transgénero puede ser “heterosexual, lesbiana, gay o bisexual”. GLAAD da el ejemplo de que un transexual de varón a mujer que tiene una atracción hacia los varones se puede identificar como “mujer heterosexual”. O sea, que las organizaciones LGBT en el mundo anglosajón no tienen ningún problema con varones transexuales que se identifiquen como “mujeres lesbianas” o con mujeres transexuales que se identifiquen como “hombres gays”. Y así se identifican ciertos varones autoginefílicos obsesionados con el lesbianismo y ciertas mujeres que escapan la feminidad obsesionadas con la homosexualidad masculina. En el afán de incluir y apoyar a estas personas con estos tipos de disforia sexual, se ha cambiado la definición de la homosexualidad sin consultar aquellos que entienden que su sexualidad se basa en el sexo.
Peor es lo que le ha pasado a la palabra “homosexual”. También ha sufrido desgracias. GLAAD indica en su Guía de Referencia para Medios de Comunicación que la palabra “homosexual” es clínica, anticuada, peyorativa y ofensiva solo porque extremistas anti-homosexual la han usado para denigrar e implicar enfermedad mental. La HRC ni la menciona en su glosario en línea. También la organización británica Stonewall la define como palabra “médica” y que es preferible usar la palabra “gay”. Pero la palabra “heterosexual” no tiene polémica y queda inédita en todos los casos. Estos cambios también se han hecho sin consultar aquellos que solo ven la palabra “homosexual” como una descripción neutral de su orientación sexual hacia el mismo sexo.
Cualquier persona con sentido común o una política basada en la realidad material reconoce que la sexualidad u orientación sexual se basa en el sexo: la heterosexualidad en el opuesto, la homosexualidad en el mismo y la bisexualidad en ambos. También se reconoce que la persecución y discriminación, tanto histórica como contemporánea, en contra de los homosexuales es por percibir incorrectas las relaciones íntimas entre personas del mismo sexo. Es la realidad material de la homofobia. Que una organización LGBT no reconozca esto en el 2019 es alarmante y también peligroso para los derechos de la mujer lesbiana y el varón homosexual.
Por eso es que la “identidad de género” es dañina para el movimiento lésbico y gay. Es un concepto subjetivo que niega la realidad del sexo y fomenta estereotipos sexistas de las mujeres y los hombres. Tanto como reduce a la mujer a una “identidad” que cualquier varón puede tomar y impide que la mujer pueda señalar su opresión a base de su sexo, también nos reduce a nosotros los homosexuales a “identidades” que heterosexuales con disforia sexual pueden tomar y nos impide identificar la razón concreta de nuestra persecución. Al igual que la mujer, la orientación sexual no se basa en una idea de género psicológico en la mente, sino en la realidad material del sexo. No es identidad, es realidad.